miércoles, 17 de junio de 2009

Sábado a la noche, otra vez

Tomo sopa de vitina después de un fin de semana agitado. Vómitos. Toda la noche del doming me la psé en un baño de un departamento de Constitución vomitando. Así que esta semana me toca sopita y té de manzanilla mientras trato de recuperarun poco de energía, mientras pienso que otra vez otroño, y cómo. Con todas las letras.
Pienso que no quiero estudiar, que quisiera sentarme a leer en la cama lindas novelas, tranquilas novelas, ver pelis en el sillón, tapada con una frazada, leer en capítulo 93 de Rayuela (otra vez), y deir que El amor, esa palabra...
Pienso que quiero tatuarme un tornillo en el cuello. Un tornillito pequeño y simpático, pareido a un trompo girando, que haga acordar ligeramente a un ojo, y de ese ojo a una estrella, y así eonamente eleccines que van creando caminitos que se bifurcan y cada bifurcación lleva a otra elección donde los caminos se apartan.
Solo que odio elegir. Cortado en jarrito o café con leche es para mi la más grande dicotomía. Ni hablar de cosas serias (más serias que el café).
Trato de concentrarme, no es que no, pero casi nada es fácil estos días. Quisiera que por fin llegue el invierno, pero solo porque no se aguanta más tener estas mañanas acolchadas de hojas rojas como fuego.